Estas semanas se han visto muy convulsionadas por el tema del racismo originado en los Estados Unidos con el asesinato de George Floyd, un Afro Americano muerto a manos de la policía de Minneapolis en el estado de Minnesota al norte del país. Este hecho ha provocado innumerables protestas en todo esa nación e incluso a llegado a traspasar fronteras. El racismo es una realidad que ha sido soslayada por mucho tiempo y el Perú no es la excepción, por el contrario, el tema pone en vitrina a una sociedad racista donde aún se mantienen estas taras dentro de la sociedad.
Esta situación me trajo a la mente un episodio sucedido en los Estados Unidos hace un par de años con Julio Guzmán, el Presidente del Partido Morado del Perú y posible candidato a la presidencia. Ya en un post anterior dejé en claro mi posición con respecto a él y a su perfil como candidato y como líder. El episodio al que hago mención corresponde a una visita previa que realizó a Miami y en donde se entrevistó con posibles militantes y simpatizantes; una de estas reuniones fue con una persona que me ha pedido mantener su nombre en reserva.
El año pasado antes de la llegada de Julio Guzmán a Miami, traté de realizar una convocatoria amplia con ciudadanos peruanos conocidos en la localidad, pregunté por varios y al nombrar a la persona a la que hago alusión, me dijeron: “Ese pata no, no sé que roche ha tenido con Guzmán pero no lo quiere ver ni en pintura”, pues me puse a indagar y dí con él, me dijo lo siguiente: “Julio es un imbécil, a él no lo apoyaría jamás”, pregunté ¿Por qué?, pensé que había un tema personal o algo por el estilo pero lo que me diría luego me haría pensar sobre el perfil real de Julio Guzmán.
“Le dije a Julio, deberías ser más campechano, acercarte más a la gente, meterte en el tumulto, ser como todos” Me contó; a lo que Julio respondería: “¿Estás loco? ¿Acaso tengo cara de cholo? Mírame, ¿Acaso me vez cholo?, Mírame, yo soy blanco, asintió, mírame bien, soy blanco. Cuando me contó eso, no lo podía creer, entonces decidí preguntárselo directamente cuando estuviera aquí. Julio llegó, esa noche tuvimos la cena, nos tomamos unos tragos junto a Micaela y a Jesús. No hubo oportunidad de preguntarle nada.
Al día siguiente, antes de la segunda reunión, me senté con él y le pregunté, su respuesta fue simple y cortante, “No lo conozco”, volví a preguntar, ¿Estás seguro? Me han confirmado que sí estuviste reunido con él. Me dijo con cara de enojo, “Mira, esos son chismes y yo no estoy para eso”. Mira, le dije, esto está afectando nuestra convocatoria en Miami, si tu me aseguras que no lo conoces, yo puedo escribir algo al respecto. No me respondió y me dijo que estaba esperando a alguien. No le hablé más, antes de este episodio le había recomendado salir a sentar una postura en redes con respecto al rechazo del Congreso de mayoría fujimorista a la propuesta de eliminación de inmunidad parlamentaria, me respondió mal.
He recordado este episodio porque encierra un mal enquistado en nuestra sociedad, el racismo vive en el peruano, incluso de manera subliminal en nuestra educación, ¿Cómo es posible que nos enseñen en historia del Perú que 100 españoles conquistaron un Imperio de 12 millones de Incas? ¿Acaso el Imperio no tenía otros problemas? ¿Acaso los Incas que fueron una raza guerrera por excelencia no pudo haber resisitido? ¿Acaso no hubo una resistencia que duró por largos años?. Es que la educación fue diseñada para hacer ver al andino como un ser tonto , un ser débil y sin inteligencia y ese chip lo llevamos implantado por generaciones.
Y peor aún es que alguien que pretende ser presidente del Perú niegue su raza, niegue su peruanidad tratando de dejar en claro una distancia que solo vive en su mente cargada de racismo. No lo culpo, así nos hemos formado todos los peruanos. Sin embargo, si deseas ser presidente del Perú, debes de sacudirte de esos prejuicios, el Perú es una mixtura de razas con una mayoría Andina que se mantiene, lamentablemente, como minoría. Si bien es cierto los derechos son iguales para todos, para que un Andino logre lo que un “blanco” puede lograr en el Perú, tiene que recorrer un camino mucho más largo y lleno de escollos y trampas, y cuesta arriba. El Perú debe cambiar, los líderes políticos deben cambiar. Necesitamos igualdad de oportunidades para todos y líderes sin prejuicios raciales.