En política, muchos peruanos son básicamente anti-Fujimori. Y ahora en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales se enfrentan a un dilema: la alternativa a Keiko Fujimori, la hija del expresidente al que detestan, es Pedro Castillo, un izquierdista radical.
Los antifujimoristas ya le cerraron la puerta del Palacio de Gobierno a Keiko Fujimori en el balotaje de 2011 y 2016 ante Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski (PPK), respectivamente.
Pero ahora la alternativa es el profesor de primaria y dirigente sindical Castillo, candidato por Perú Libre, un partido que se define como marxista.
Es decir, esta segunda vuelta de las elecciones obligará a muchos peruanos a decidir no necesariamente entre dos candidatos, sino más bien entre antifujimorismo o antiizquierdismo.
Qué es el antifujimorismo (y qué es el fujimorismo)
Para entender el antifujimorismo, hay que explicar primero qué es el fujimorismo, que gira en torno a Alberto Fujimori principalmente, presidente entre 1990 y 2000.
Pese a que su mandato acabó hace casi 21 años y a que está preso, su figura sigue dividiendo al país y su nombre sigue recordándose en cada elección.
Sus simpatizantes, los fujimoristas, le atribuyen al expresidente el fin de una de las peores crisis de la historia peruana, que combinaba básicamente dos problemas.
Uno, el conflicto armado desatado en 1980 entre el Estado y los grupos subversivos Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), que dejó más de 69.000 muertos.
El otro, la fuerte crisis económica que atravesó el país en los 80 y a comienzos de los 90.
Según Meléndez, el antifujimorismo “tiene un piso de alrededor de un 33% de los votantes”.
“Un tercio del electorado es un hardcore antifujimorista. Por momentos puede llegar al 45%, al 50%, pero lo mínimo es un tercio del electorado peruano”, calcula el analista.
Este porcentaje de antifujimorismo es tan amplio que puede agrupar a votantes muy diversos, tanto de izquierda como de centroderecha o de derecha, a limeños y provincianos, y tanto a “progresistas” como a peruanos un poco más conservadores.
Meléndez explica que para algunos el antifujimorismo es fundamentalmente el rechazo al modelo económico de Fujimori. “Para otros, es el rechazo al legado autoritario del fujimorismo, para otros es el rechazo a la corrupción”.
Pero no solo está el antifujimorismo contra Alberto Fujimori y su gobierno.
El anti-Keiko-fujimorismo
Desde hace unos años, el antifujimorismo también rechaza la trayectoria de la hija, Keiko Fujimori, que fue primera dama de 1994 a 2000, después de que sus padres se separaran, y congresista de 2006 a 2011.
Ahora lidera Fuerza Popular, partido que tuvo la mayoría absoluta en el Congreso peruano entre 2016 y 2019, y con el que ahora está buscando la presidencia por tercera vez.
Como “heredera del proyecto fujimorista, Keiko Fujimori cargaba lo bueno y lo malo del gobierno de su padre”, dice Meléndez, pero los últimos años “ella ha ido construyendo su propia mochila pesada, su propia cuota de antifujimorismo”.
Como consecuencia, el antifujimorismo ha marcado las elecciones en las que Keiko Fujimori ha participado y los analistas esperan que influya en el balotaje en el que participe en junio.
“Antiizquierdismo”
En general, Levitsky cree que “hay muchos ‘antis’ en juego” en la segunda vuelta.
“El antifujimorismo es importante, pero también hay un fuerte ‘antiizquierdismo'”, opina el analista.
“Hay muchos antifujimoristas de centro o centro derecha que nunca imaginaron que votarían por Fujimori, pero que podrían votar por Fujimori por miedo, sobre todo si Castillo no se desvincula de la izquierda radical”.
“También habrá un elevado nivel de abstención, voto en blanco, porque muchos peruanos antiujimoristas que también son antiizquierdistas se negarán a votar por alguno de los dos. Es en verdad un escenario de pesadilla”, añade.
“La elección será una prueba entre antifujimorismo y antiizquierdismo. Qué ‘anti’ es más fuerte solo podrá saberse en la votación”, dice Levistky.